A partir de esta realidad tan
compleja, México ha tomado un claro liderazgo entre los países emergentes, con
una agenda puntual acerca de los pasos a seguir para que tanto los países
industrializados, las naciones emergentes y los organismos financieros multilaterales
actuemos coordinadamente para enfrentar el desafío económico más grave de los
últimos 80 años.
En primer término, México ha
impulsado en este foro la necesidad de contar con un esfuerzo significativo por
parte de todas las naciones para activar de inmediato políticas fiscales y
monetarias contracíclicas. México ha sido líder en este esfuerzo, introduciendo
diversos programas contracíclicos prácticamente desde inicios de 2008, basados
en la fortaleza de sus finanzas públicas y sus fundamentales macroeconómicos.
En la medida de que todas las naciones, de acuerdo a sus posibilidades,
contribuyan con políticas contracíclicas coordinadas, estaremos en condiciones
de una recuperación económica más acelerada.
En segundo lugar, México ha promovido
que los países que han diseñado y anunciado medidas para sanear y reestructurar
sus sistemas financieros las pongan en marcha de una manera más expedita. Lo
esencial en este esfuerzo es restaurar la confianza y la credibilidad en los
sistemas financieros, y posicionarlos nuevamente como instrumentos generadores
de desarrollo económico.
Un tercer punto es el apoyo decidido
al aumento de capital del Banco Interamericano de Desarrollo, así como el
aumento de los recursos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial.
En paralelo, se ha impulsado que este proceso de fortalecimiento de las
instituciones coincida con una reforma de su gobierno corporativo,
incrementando la importancia relativa de los países emergentes y en desarrollo,
acorde con su mayor importancia en la economía global.
Al mismo tiempo, México ha venido
promoviendo la urgencia de contar con nuevos instrumentos de financiamiento por
parte de estos organismos financieros multilaterales dirigidos a países
emergentes y en desarrollo. Así, como un avance importante de esta reunión de
G-20, está la Línea de Crédito Flexible anunciada por el FMI, la cual México ya
ha solicitado, que está disponible sólo para aquellos países con fundamentos
económicos y un marco de políticas sólidos, así como con un claro compromiso
con el crecimiento y la estabilidad económica.
Un quinto elemento es el apoyo que
nuestro país ha dado a las medidas acordadas en los trabajos del G-20 para
mejorar los esquemas de regulación y supervisión de mercados, productos e
instituciones financieras, así como para fortalecer los esquemas de cooperación
internacional en esta materia. Como parte de este compromiso destacan la
inclusión de México hace apenas unas semanas en el Foro de Estabilidad
Financiera y el Comité de Basilea, escenarios clave a nivel mundial para las
discusiones y las decisiones en estos temas.
Un sexto compromiso fundamental que
nuestro país ha impulsado en el G-20 es la prioridad de la agenda verde,
respaldar a los países pobres en su afán por alcanzar las Metas de Desarrollo
del Milenio y reiterar el compromiso por mantener mercados abiertos y el
rechazo a cualquier forma de proteccionismo.
La crisis actual impone desafíos
inéditos y requiere respuestas oportunas, contundentes y coordinadas. Para
México, la cumbre de Londres planteó la oportunidad de acordar una agenda
ambiciosa e integral que muestre claros compromisos de los gobiernos para
restablecer la confianza y generar un cambio radical en las expectativas. Lejos
de volcarse hacia sí mismo, México fortalece su papel de líder en el
replanteamiento y reconstrucción del orden financiero internacional, con propuestas
concretas y con una visión clara de las metas que perseguimos.
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