miércoles, 15 de abril de 2015

CONCLUSIÓN


A partir de esta realidad tan compleja, México ha tomado un claro liderazgo entre los países emergentes, con una agenda puntual acerca de los pasos a seguir para que tanto los países industrializados, las naciones emergentes y los organismos financieros multilaterales actuemos coordinadamente para enfrentar el desafío económico más grave de los últimos 80 años.


En primer término, México ha impulsado en este foro la necesidad de contar con un esfuerzo significativo por parte de todas las naciones para activar de inmediato políticas fiscales y monetarias contracíclicas. México ha sido líder en este esfuerzo, introduciendo diversos programas contracíclicos prácticamente desde inicios de 2008, basados en la fortaleza de sus finanzas públicas y sus fundamentales macroeconómicos. En la medida de que todas las naciones, de acuerdo a sus posibilidades, contribuyan con políticas contracíclicas coordinadas, estaremos en condiciones de una recuperación económica más acelerada.

En segundo lugar, México ha promovido que los países que han diseñado y anunciado medidas para sanear y reestructurar sus sistemas financieros las pongan en marcha de una manera más expedita. Lo esencial en este esfuerzo es restaurar la confianza y la credibilidad en los sistemas financieros, y posicionarlos nuevamente como instrumentos generadores de desarrollo económico.

Un tercer punto es el apoyo decidido al aumento de capital del Banco Interamericano de Desarrollo, así como el aumento de los recursos del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial. En paralelo, se ha impulsado que este proceso de fortalecimiento de las instituciones coincida con una reforma de su gobierno corporativo, incrementando la importancia relativa de los países emergentes y en desarrollo, acorde con su mayor importancia en la economía global.

Al mismo tiempo, México ha venido promoviendo la urgencia de contar con nuevos instrumentos de financiamiento por parte de estos organismos financieros multilaterales dirigidos a países emergentes y en desarrollo. Así, como un avance importante de esta reunión de G-20, está la Línea de Crédito Flexible anunciada por el FMI, la cual México ya ha solicitado, que está disponible sólo para aquellos países con fundamentos económicos y un marco de políticas sólidos, así como con un claro compromiso con el crecimiento y la estabilidad económica.

Un quinto elemento es el apoyo que nuestro país ha dado a las medidas acordadas en los trabajos del G-20 para mejorar los esquemas de regulación y supervisión de mercados, productos e instituciones financieras, así como para fortalecer los esquemas de cooperación internacional en esta materia. Como parte de este compromiso destacan la inclusión de México hace apenas unas semanas en el Foro de Estabilidad Financiera y el Comité de Basilea, escenarios clave a nivel mundial para las discusiones y las decisiones en estos temas.

Un sexto compromiso fundamental que nuestro país ha impulsado en el G-20 es la prioridad de la agenda verde, respaldar a los países pobres en su afán por alcanzar las Metas de Desarrollo del Milenio y reiterar el compromiso por mantener mercados abiertos y el rechazo a cualquier forma de proteccionismo.

La crisis actual impone desafíos inéditos y requiere respuestas oportunas, contundentes y coordinadas. Para México, la cumbre de Londres planteó la oportunidad de acordar una agenda ambiciosa e integral que muestre claros compromisos de los gobiernos para restablecer la confianza y generar un cambio radical en las expectativas. Lejos de volcarse hacia sí mismo, México fortalece su papel de líder en el replanteamiento y reconstrucción del orden financiero internacional, con propuestas concretas y con una visión clara de las metas que perseguimos.

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