Se denomina
apertura comercial a la capacidad de un país de transar bienes y servicios con
el resto del mundo, lo cual depende mucho del nivel de las llamadas barreras
arancelarias y para-arancelarias establecidas por el país. En la literatura
económica podemos encontrar aquellos que sostienen que una economía más abierta
crecerá más rápidamente, mientras otros defienden que medidas proteccionistas
pueden contribuir con la buena performance económica de los países.
Entre los
beneficios ligados a la apertura se cuentan el uso más eficiente de los recursos,
la mayor competencia, el aumento del flujo de conocimiento y de la
productividad (lo cual trae aparejado una tasa de acumulación de capital y
progreso técnico más alta y el aumento de la variedad de bienes), la reducción
de la búsqueda de renta, y la mejora de las instituciones y políticas
gubernamentales. También una mayor apertura es una herramienta útil contra la
inflación al estimular la inversión. Por lo tanto, un mayor grado de apertura
aumenta la producción, el intercambio y las posibilidades de consumo, y permite
alcanzar un mayor nivel de vida que de cualquier otra forma.
Así mismo, se
puede observar que en la realidad no todos los países cuentan con los elementos
necesarios para aprovechar al máximo los beneficios que la apertura comercial
puede ofrecer. Hay ciertos patrones de desarrollo en el proceso de crecimiento
que varían según el nivel de ingreso de las naciones.
Por el frente de
la contrastación empírica surge un inconveniente ligado a que no existe una
medida consensuada de apertura comercial y la forma de medir las barreras al
comercio. A su vez, la apertura influye en el crecimiento económico a través de
diferentes canales, que varían según el nivel de ingresos de los países. Entre
los principales canales publicados en la literatura económica se encuentran el
acceso a la tecnología, el costo de imitación, el tamaño de mercado, la
competencia doméstica, las exportaciones, la inversión, la política
gubernamental y la distorsión de los precios.
Teorías sobre Apertura Comercial
La noción de que
el comercio entre países es beneficioso para las sociedades data desde tiempo
atrás, sin embargo esta idea ha cambiado considerablemente. Se comenzará el
análisis desde la época del mercantilismo, conformación del pensamiento
económico de Europa de 1500 hasta 1750 cuyas inconsistencias fueron desnudadas
por los economistas llamados clásicos como Adam Smith y David Ricardo. Y a
continuación se señalan tanto las aportaciones al modelo ricardiano por parte
de la escuela neo-clásica como así también las contribuciones heterodoxas.
Mercantilismo y Apertura Comercial
El enfoque de la
riqueza nacional se reflejaba en la posesión de metales preciosos en la cual,
bajo la premisa de la estática de los recursos naturales, se identificaba al
escenario económico mundial como un “juego de suma cero” donde lo que unos
ganan otros lo pierden, por lo que se consideraba crucial el fortalecimiento de
los Estados-Nación y la toma de decisiones privada y sin control actuaba contra
el objetivo primario de acumular metales. Por ello se hacía sumamente necesario
mantener una balanza comercial favorable, es decir que las exportaciones tengan
más peso que las importaciones en el intercambio. El consecuente aumento de la
oferta monetaria, al considerar la economía en un nivel menor del pleno empleo,
se creía aumentaba el empleo y la producción y no siempre la inflación. Una
balanza comercial desfavorable tendría consecuencias opuestas no deseadas.
La Corriente Ortodoxa y La Apertura Comercial
Pensamiento Clásico
Hacia el siglo
XVIII surgieron nuevas ideas que atacaban el pensamiento mercantilista, entre
las cuales podemos destacar a David Hume que sostenía que la acumulación de
metal contribuiría a aumentar la oferta monetaria, lo cual estimularía el nivel
de los precios y los salarios y, por consiguiente, debilitaría la
competitividad del país con superávit comercial; ocurriendo lo contrario en el
país con déficit. Pues el comercio entre países sirve como mecanismo de ajuste
automático para equilibrar la balanza comercial.
Luego Adam Smith
escribió que la riqueza de una nación residía en la capacidad productiva de la
misma y no en la posesión de metales preciosos; la mejora de dicha capacidad
era propicia en un entorno donde los agentes privados pueden libremente
perseguir su interés, el cual los llevaría a especializarse intercambiando
bienes y servicios con base en sus propias habilidades. Por ello el papel
apropiado del gobierno es velar por el libre funcionamiento del mercado en base
al respeto por los derechos de propiedad (“la mano invisible”) y los países
deberían especializarse y exportar aquellos bienes en los cuales tuvieran una
ventaja absoluta, pues el comercio es un juego de suma positiva que repercute
en mutuo beneficio.
Más tarde, David
Ricardo retoca la teoría de Smith afirmando que las ganancias del comercio
también pueden ser fruto de las ventajas comparativas. Parte, al igual que
todos los clásicos, utilizando la teoría del valor-trabajo que considera que el
valor de un bien está directamente relacionado con el nivel de trabajo que se
ocupa en su proceso productivo. Con lo cual las mercancías que se exportan no
necesariamente deben ser las de menor costo internacional de producción, sino
aquellas que poseen un menor costo relativo en relación al de otros países.
Para entender mejor la idea se propone el ejemplo llevado a cabo por Ricardo,
donde se describe la producción de dos bienes (vino y tela) en Inglaterra y
Portugal; los requerimientos de trabajo por unidad de producción se detallan en
la tabla 1 y describen la tecnología utilizada en cada país. En este caso
Portugal tiene la ventaja absoluta en la producción de ambos bienes, por lo que
desde la base de Smith no habría lugar para el comercio, pero al ser Portugal
relativamente más eficiente en la producción de vino que en la de tela, pues si
observamos los precios de autarquía (sin comercio internacional) en Inglaterra
una unidad de vino podría cambiarse por 1,2 unidades de tela mientras que en
Portugal una unidad de vino se intercambiaría por solo 0,889 unidades de tela,
Portugal resultará ganando si se especializa en la producción de vino y
adquiere la tela comprando a Inglaterra a una razón de una unidad de vino por
1,2 de tela. Mientras tanto Inglaterra obtiene una ganancia si se especializa
en la producción de tela vendiéndola a Portugal y obteniendo por cada unidad de
tela 1,125 de vino, en lugar de obtener 0,833 domésticamente.
Precios
relativos en autarquía
Vino Tela Vino/Tela Tela/Vino
Portugal 80 90 0.889 1.125
Inglaterra 120 100 1.2 0.833
En 1848, John
Stuart Mill agrega el análisis de la demanda recíproca en el modelo de Ricardo
para mostrar cómo se determinan los términos de intercambio, concluyendo que al
igualarse la oferta de una mercancía con la demanda de la misma, los términos
de intercambio de equilibrio se ubicarían entre los precios relativos en
condiciones de autarquía. Siguiendo el ejemplo anterior, si medimos los
términos de intercambio de vino por tela, en equilibrio se ubicarían entre
0,889 y 1,2.
La Escuela Neoclásica y La Apertura Comercial
En el siglo XX
se introdujeron algunas modificaciones más al modelo original de Ricardo, como
la teoría del valor que considera no su utilización laboral sino la utilidad
que el consumo de los mismos generan, bajo un marco de equilibrio general donde
se interrelacionan todas las variables económicas, agregando el factor capital
al análisis del proceso productivo conjuntamente con el supuesto de
rendimientos marginales decrecientes. Quizá las aportaciones más importantes
son debidas a las investigaciones de los economistas suecos Eli Filip Heckscher
y Bertil Ohlin que explicaron las ventajas comparativas y la especialización en
la producción a partir de las dotaciones o abundancia relativa de factores de
los países. Estas diferencias originan diferentes precios relativos de
factores, como el proceso productivo de cada bien es intensivo en uno de los
factores, el comercio de bienes equivale al intercambio de factores productivos
donde cada país compra en el extranjero su factor relativamente escaso y vende
su factor relativamente abundante. A largo plazo los precios de factores se
igualan internacionalmente y de la misma forma los precios de los bienes
comerciados.
La Corriente Heterodoxa y la Apertura Comercial
Pensamiento Marxista
Para Marx la
internacionalización de las relaciones económicas del capitalismo es
fundamental para el desarrollo del mismo, el capital se fortalece con la
conformación de un mercado mundial. Se muestra crítico con la idea de que el
comercio beneficia a ambos países expresando la importancia de tener en cuenta
los cambios cualitativos en la estructura económica y social que de él se
derivan, distinguiendo entre países industriales y agrícolas, éstos obtienen
resultados diversos de la apertura y en general el intercambio acentúa las
asimetrías existentes.
La Hipótesis Centro-Periferia y la Apertura Comercial
Tomando la
distinción hecha por Marx, Raúl Prebisch y Hans Wolfgang Singer criticaron la
determinación clásica de los términos de intercambio y postularon que los
precios de productos primarios caerían respecto a los industriales. Remarcaban
que los países desarrollados, es decir el “centro”, mantienen el fruto de su
progreso tecnológico y la “periferia”, o sea los países subdesarrollados,
transfieren su mayor productividad por precios bajos; pues los primeros se
especializan en bienes manufacturados y los segundos lo hacen en bienes
primarios. La desigual evolución de los precios internacionales limita aún más
las posibilidades de desarrollo de los países periféricos. El resultado es
debido a la baja elasticidad de la demanda de productos primarios respecto de
la renta. El progreso tecnológico de los países desarrollados ha permitido,
además de crear bienes sustitutos de los insumos primarios, reducir el uso de
los mismos en dichos procesos productivos.
Existen otras
teorías estimuladas por las inconsistencias empíricas observadas en la
corriente de pensamiento neo-clásica y la restricción de sus supuestos basada
en el modelo de Hecscher-Ohlin, sin embargo éstas no alcanzan a concretar un
cuerpo teórico de reconocimiento académico, sólo en las últimas tres décadas se
ha avanzado en esta dirección con modelos más formales, los cuales se
encuentran en franca evolución.
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